En 2005 ocurrió algo que supuso un cambio radical en la relación comercial entre cárteles mexicanos y los grupos criminales que operan en los Estados Unidos.
Las autoridades del país vecino empezaron a controlar la venta de pseudoefedrina, uno de los ingredientes principales para la elaboración de metanfetamina, también conocida como “cristal”, un estimulante más poderoso que la cocaína y altamente adictivo.
Anteriormente las pandillas criminales estadounidenses, sobre todo los grupos de supremacistas blancos, producían metanfetamina en laboratorios “hechizos” usualmente enclavados en las zonas rurales del sur del país con materiales que tenían disponibles. No tenían necesidad de conseguir ningún tipo de precursor químico en Centro o Sudamérica.
Los materiales los podían conseguir en casi cualquier tienda y podían fabricar la droga en garages o espacios caseros improvisados. Sin embargo, a partir de 2005, el gobierno empezó a controlar la venta de pseudoefedrina, que hasta entonces se podía conseguir abiertamente en las farmacias.
El negocio se volvió insostenible cuando empezó a controlarse la venta de este fármaco. Fue entonces cuando los cárteles mexicanos entraron en escena y aprovecharon una nueva oportunidad de negocio que les aseguraba ingresos sustanciosos.
Eventualmente los cárteles mexicanos lograron conseguir una línea de distribución desde China, o dicho de otra manera, encontraron una nueva forma para conseguir pseudoefedrina muy barata. Los Zetas, que entonces ya se habían asentado en Michoacán, y otros grupos como la Familia Michoacana, se beneficiaron con este negocio.
Los barcos que llegaban desde Asia al Puerto de Lázaro Cárdenas, uno de los más importantes del país, propiciaron que los criminales michoacanos se convirtieran en los grandes artistas productores de cristal.
A partir de ese momento se creó una inusual alianza entre mexicanos y grupos estadounidenses con inclinaciones racistas como la “Hermandad Aria”, nacida en la década de los 60 en la prisiones de California, y los “Hells Angels”, un grupo de motociclistas fundado hace más de 70 años en California que actualmente cuenta con unos 800 miembros y se dedica principalmente al tráfico de drogas.
¿Ideología o negocio?
“Ellos necesitaban drogas y México distribuidores”, explicó el periodista experto en narcotráfico Ildefonso Ortiz en entrevista con León Krauze para Univisión Reporta.
Grupos criminales como el Cártel de Sinaloa, el Cártel del Golfo y Los Zetas hicieron sus respectivas alianzas y formaron sociedades con los grupos neonazis que operaban en Texas, Oklahoma, Georgia, entre otros estados.
Sin embargo, después de que observaron el éxito del cristal, los grupos de EEUU no se quedaron conformes y empezaron a pedir otro tipo de drogas como cocaína, heroína, marihuana, etc. Una vez que los estupefacientes cruzaban la frontera, ellos se encargaban de la logística, el transporte, la distribución, la venta y el precio de las sustancias.
Con el tiempo las alianzas dejaron de basarse únicamente en la venta y compra de droga, pues los cárteles mexicanos empezaron aprovechar las conexiones que tenían con grupo ultraviolentos de EEUU para contratarlos en materia de sicariato.
“Es algo muy conveniente para los gobiernos locales en EEUU porque entonces si el cártel mexicano contrata a pandillas locales para ejecutar o secuestrar una persona, al hacer eso las autoridades de esa ciudad dicen que fue un problema de pandillas. Nadie quiere decir que tienen un problema de cárteles”, amplió el periodista.
La supremacía blanca cree que los blancos son superiores a los demás debido a su raza. Sin embargo, a pesar de su ideología racista abiertamente antihispana y antinmigrante, también se relacionaron con la mafia mexicana.
“La única explicación viene siendo el dinero. Es un negocio. Ponen el dinero por encima de las ideologías. Es una alianza de conveniencia porque ambos lados sacan provecho de esta situación”, concluyó Ortiz.