Las tensiones políticas en Birmania aumentaron luego del avistamiento de tanques, y otros vehículos blindados para transportar militares, que llegaron a la ciudad de Rangún después de que cientos de personas desobedecieran las órdenes de protestar en contra del golpe de Estado por parte del ejército.
La preocupación pública ya se ha intensificado en las últimas noches, debido a que muchos consideran que se trata de manipulación de un grupo de criminales, por parte de los militares, quienes fueron liberados de prisión para realizar actos de violencia nocturna y provocar pánico.
Los embajadores de Estados Unidos, Canadá y de 12 naciones europeas pidieron a las fuerzas de seguridad de Birmania que se abstuvieran de ejercer violencia contra quienes “protestan por el derrocamiento de su gobierno legítimo”. Condenaron las detenciones de líderes políticos y activistas, así como la injerencia del ejército en las comunicaciones.
“Apoyamos al pueblo de Myanmar en su búsqueda de democracia, libertad, paz y prosperidad”, dijeron en un comunicado conjunto emitido el domingo por la noche. “El mundo está mirando”.
Los militares tomaron el poder el 1 de febrero, detuvieron a la líder electa del país, Aung San Suu Kyi, y miembros de su gobierno e impidieron que los legisladores recientemente elegidos abrieran una nueva sesión del Parlamento.
La junta, encabezada por el general Min Aung Hlaing, dijo que se vio obligada a intervenir porque el gobierno no investigó adecuadamente las acusaciones de fraude en las elecciones del año pasado, que el partido Liga Nacional para la Democracia (LND) de Suu Kyi ganó de manera aplastante. La comisión electoral estatal refutó esa afirmación, diciendo que no hay evidencia que la respalde.
Fuente: Milenio