Teodora, de prostituta a gobernante

Por Samuel Cervera León / El poder político ha sido un espacio poco accesible para las mujeres desde que existen registros históricos escritos. Hay leyendas y narraciones sobre sociedades

regidas por mujeres antes y durante la edad de bronce, pero la evidencia científica es escasa aunque algunos académicos sostuvieron en el siglo XIX y parte del XX que durante la prehistoria fueron las mujeres las que encabezaron sus comunidades, pero  todavía es un tema que está siendo investigado y discutido, hasta donde se sabe no existen pruebas concluyentes de que alguna vez hayan habido matriarcados. Por el contrario existe suficiente información de que existieron y todavía hay, sociedades matrilineales que no es sinónimo que ser gobernadas por mujeres, son grupos humanos en donde el apellido y bienes materiales son heredados por vía femenina y no masculina, el varón cuando se casa se va a vivir al hogar o comunidad de la esposa,  en sociedades como esas la mujer ocupa un papel más destacado pero no poseen el poder político, este es ejercido por hombres. Las vías para encabezar la toma de decisiones han sido limitadas a lo largo del tiempo para el sexo femenino, este es un espacio casi reservado para los varones. Por supuesto que esta situación varía de acuerdo a la época y a la civilización, pero lo normal ha sido que para alcanzar el poder político las mujeres hayan tenido que recorrer un camino complejo y a veces tortuoso.

Tal es el caso de Teodora, quién de actriz y prostituta llegó a ser emperatriz y santa en el poderoso imperio bizantino del siglo VI. Proveniente de una familia muy pobre, se cree que nació alrededor del año 501 de nuestra era, al igual que muchos campesinos sus padres se mudaron a la gran capital del imperio romano de oriente en busca de mejor fortuna. Siendo una niña llegó a Constantinopla en donde su padre había obtenido empleo en el espacio de entretenimiento más importante de la época, el hipódromo. Huérfana muy pronto,  junto con su madre y hermanas empezó a sobrevivir y trabajar en la sede de las carreras de caballos y espectáculos públicos más importante y grande de su época. Paulatinamente ingresó al mundo del teatro en donde Teodora de ser una niña que a los diez año servía bebidas, a los 14 años ya era conocida en toda la gran urbe. El motivo de su fama era su habilidad para combinar un lenguaje obsceno, humor, danza  y un espectáculo erótico exitosísimo. Al final de su presentación aparecía en escena con muy poca ropa, se tendía sensualmente en el piso y un grupo de esclavos cubrían su cuerpo, ya desnudo con cebada, para sorpresa de todos ingresaban gansos al escenario, y poco a poco empezaban a consumir el cereal del cuerpo de la actriz, mientras esta emitía sonidos cada vez con más fuerza, imitando el orgasmo femenino, el público enloquecía. Este talento la llevo lejos, los aristócratas le abrieron las puertas invitándola a fiestas y reuniones, lo que se convirtió en una forma de ganarse la vida, a los 16 años era la prostituta mejor pagada de la ciudad.

Con algunas amigas puso un burdel posteriormente y fue una empresaria exitosa hasta que un político la convence para abandonar el negocio y Constantinopla, En calidad de amante oficial viaja a África del norte pero la relación fracasa rotundamente y Teodora inicia el regreso a la ciudad de sus éxitos, en un trayecto que duró tres años. En la dinámica Alejandría tiene contacto con Severo, ex patriarca de Antioquía, un personaje que había sido removido de su cargo por defender una de las múltiples interpretaciones de la Biblia que emergían en esos tiempos de largas discusiones religiosas, que contribuyeron a conformar el cristianismo en sus primeros siglos. El respetado sacerdote considerado una autoridad en teología pero partidario de una postura herética, influye profundamente en Teodora lo que va a tener consecuencias en sus futuras acciones. Finalmente arriba a la populosa capital del mundo romano oriental y aunque regresa a vivir con su antigua socia al parecer se mantiene al margen de la prostitución movida por las enseñanzas de Severo. Pero su amiga le presenta al sobrino del emperador, un solterón ambicioso y fiestero que sorprendentemente pierde la cabeza por la ex actriz y se enamora de ella, al grado tal que logra que una de las leyes del imperio que prohibía el matrimonio entre diferentes clases sociales sea ignorada y después de un año de salir juntos, se casa con Teodora, ella tiene 24, él 42.

Tres años después el emperador muere y el sobrino es designado su sucesor, Teodora repentinamente es emperatriz y su marido Justiniano I será uno de los más grandes gobernantes del imperio Bizantino, ella tuvo un papel fundamental. Estamos al final del imperio romano clásico, la parte occidental había sido invadida y destruida por los pueblos llamados barbaros, solo en oriente continuaba el legado de la cultura romana aunque sufriendo grandes transformaciones por diversos motivos, entre ellos por el fortalecimiento del cristianismo. El nuevo emperador decide reconquistar las antiguas fronteras y emprende exitosas campañas en Europa, medio oriente y el norte de África, expulsa nuevas amenazas y consolida a la que será conocida como la Iglesia Ortodoxa Griega. Realizó grandes construcciones, acueductos, murallas  iglesias, entre ellas la que sería la catedral más grande del mundo durante casi mil años, Santa Sofia, en Constantinopla.

Pero las guerras y las edificaciones fueron costeadas con los impuestos de los ciudadanos, esto más una aguda corrupción provocaron un levantamiento en la capital tan intenso que Justiniano se preparó para huir antes de que perdiera la vida en manos de los insurrectos. En este momento la historia le da un lugar muy destacado a Teodora, ella lo detiene con un emotivo y corto discurso que concluye argumentando: “El púrpura es un bello sudario”, era mejor morir como Emperador que vivir sin grandeza. Y lo convence de tomar una terrible decisión, con un engaño eliminar a los rebeldes. Los historiadores todavía no saben si fueron 20 o 30 mil las víctimas de la represión militar, pero el imperio se mantuvo en pie, en los siguientes años la pareja continuó apuntalando el régimen y a la Iglesia. Justiniano ordenó que se reunieran todas las leyes del derecho romano y se alimentarán con la visión del cristianismo creando una compilación fundamental para la historia del derecho. La exprostituta colaboró de manera excepcional en este rubro con leyes muy avanzadas que  especialmente protegieron y dieron derechos a la mujer que no habían tenido nunca antes: se permitió el matrimonio libre entre clases sociales, razas o religiones, derechos semejantes a hijos legítimos e ilegítimos, se prohibió la prostitución forzosa, se creó una ley del aborto, las mujeres pudieron divorciarse libremente, se estableció la pena de muerte por violación, los burdeles solo podían ser dirigidos por mujeres.  En la práctica Teodora creo instituciones para dar cuidados a las trabajadoras sexuales. Después de la rebelión Justiniano y su esposa gobernaron por 16 años más, siendo una gestión exitosa y polémica a la vez, al final de su vida la antigua meretriz se dedicó a la vida religiosa. Teodora fue beatificada por la Iglesia Ortodoxa Griega décadas después de su muerte.

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