La aprobación de reformas al código penal del estado para tipificar como intento de feminicidio a la violencia ácida es un triunfo personal de la diputada Mildred Ávila Vera.
La legisladora fue pieza fundamental en esta iniciativa. Su arduo trabajo en la elaboración de la propuesta y su posterior búsqueda de respaldo en su bancada, Morena, pusieron de manifiesto su compromiso con la causa de combatir la violencia de género.
En tiempos en los que las mujeres han ganado mayor presencia en los espacios de decisión, la aprobación de esta iniciativa debió ser un proceso terso, rápido y sin contratiempos.
Sin embargo, la realidad demostró que aún existen resistencias arraigadas en algunos sectores que se aferran a visiones trasnochadas, perpetuando actitudes que relegan a las mujeres a un papel subordinado.
En su camino, esta iniciativa y su promovente se encontró con una realidad sorprendente: la resistencia persistente de quienes consideran que las mujeres deberían seguir atadas a normas arcaicas.
Incluso más sorprendente es que estas resistencias no provienen de sectores sin preparación académica, sino de individuos con un alto nivel de educación.
Hace apenas un mes, la iniciativa fue devuelta a comisiones y el texto original que tipificaba como intento de feminicidio la violencia ácida fue modificado, eliminando esta parte crucial.
Desde los corrillos del Tribunal Superior de Justicia, donde fue consultado un “gurú” sobre el tema, se escucharon argumentos como “las mujeres ya tienen mucho”, una declaración que refleja una mentalidad obsoleta y perjudicial.
Estas actitudes demuestran cómo algunos actores políticos, como el mencionado “gurú” que ha trascendido cuatro sexenios, pueden nadar entre dos aguas, sin una definición clara, mientras obtienen beneficios personales.
Sin embargo, Mildred Ávila, con su experiencia en la política y su determinación, no cedió ante las resistencias.
En lugar de rendirse, buscó el diálogo, reclamó y, lo más importante, consiguió consensos que permitieron alcanzar el objetivo de tipificar la violencia ácida como intento de homicidio. Este logro sitúa a Quintana Roo entre los pocos estados del país con sanciones contundentes contra quienes perpetran este tipo de violencia.
Además, estas reformas también imponen sanciones a los funcionarios que se aferran a actitudes arcaicas y no atienden a tiempo las solicitudes de auxilio de las víctimas.
El inmovilismo y la falta de respuesta adecuada por parte de algunos funcionarios han tenido consecuencias trágicas en el pasado, costándole la vida a muchas mujeres.
Mildred Ávila es una política con una trayectoria sólida, forjada en la lucha social y con un compromiso inquebrantable con la defensa de los derechos de las mujeres. Incluso en tiempos en los que tal defensa era vista como una posición contracorriente, ella se mantuvo firme.
Su carrera política ha estado marcada por la promoción de la igualdad de género, y su lucha persiste en un mundo donde aún existen contextos construidos desde la desigualdad y donde las conductas misóginas siguen siendo una realidad.
Por eso en su exposición en tribuna se declaró como una política incómoda para aquellas mentes retrógradas.
Y sí, es una política incómoda, en el mejor sentido de la palabra, porque se niega a aceptar el statu quo y sigue levantando la voz en contra de la desigualdad y la violencia de género.
Su victoria en la aprobación de estas reformas representa un paso adelante en la protección de los derechos de las mujeres y un recordatorio de que, a pesar de las resistencias, la lucha por la igualdad continúa.
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