Llenos de tristeza y con un gran sentimiento de vacío, habitantes del municipio de Salgar, noroeste de Colombia, velaron y enterraron este jueves en una ceremonia colectiva a familiares y amigos fallecidos en la avalancha que dejó 85 muertos la madrugada del lunes.
Los cuerpos de 33 personas, de los 85 recuperados hasta ahora tras el deslave provocado por el desborde de la quebrada La Liboriana, fueron depositados en nichos en el cementerio de Salgar tras una concurrida ceremonia religiosa que tuvo lugar en el parque central de esta localidad, ubicada a unos 100 km de Medellín.
Los ataúdes llegaron a Salgar desde esa ciudad, la segunda de Colombia y capital regional, donde hasta el momento han sido identificados 59 cuerpos de los 85 recuperados, según el último reporte de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (UNGRD), a cargo de las labores de rescate.
La liturgia fúnebre de este jueves comenzó con la colocación de los ataúdes uno a uno frente a la iglesia, en medio de un constante repicar de campanas y el llanto de los deudos.
Cientos de personas, ataviadas con sombrillas para hacer frente al fuerte sol, escucharon las palabras de varios clérigos -dirigidos por el obispo de la diócesis de Jericó, monseñor Noel Londoño-, que fueron precedidas por la lectura de un mensaje del Vaticano.
“El papa Francisco, al conocer la triste noticia de los graves daños producidos por la avalancha que ha afectado al municipio de Salgar, ofrece sufragios al señor por el eterno descanso de los fallecidos al mismo tiempo que desea expresar su cercanía espiritual a todos los damnificados”, rezaba el texto.