Donald Trump, otrora rey de la telerrealidad y que ha demostrado ser un maestro en el arte de la seducción mediática, está dedicando a contraprogramar como puede las primarias y caucus demócratas. Lo volvió a hacer ayer en Nevada, con un mitin en el Centro de Convenciones de Las Vegas, a escasos dos kilómetros de su hotel dorado de la “ciudad del pecado”.
Hoy son los caucus demócratas en Nevada, tercera parada del proceso de selección del candidato presidencial para las elecciones de noviembre. Y, por tercera vez, Trump decidió ser su sombra y mostrar músculo al reunir a centenares de seguidores.
Todos los mítines son parecidos: clásicos del pop-rock anglosajón al máximo volumen, marea de gorras rojas a 25 dólares la pieza, grandes éxitos de los discursos del presidente (euforia cuando se cita el muro en la frontera con México; abucheos cuando se habla de los “locos” demócratas, a quienes insulta y denigra sin freno; gritos de “cuatro años más” o incluso más).
Hubo algunas novedades: por el recinto de Las Vegas se paseó un imitador de Elvis Presley, quien no se cansa de sacarse fotografías, y la aparición de carteles con la leyenda: “Latinos por Trump”.
“¿Quién es hispano aquí?”, gritó Trump en un momento. La respuesta fue tenue entre una audiencia predominantemente blanca. “Amo a los hispanos”, aseguró.
La presencia del mandatario en Nevada no tenía otra lectura que contraprogramar a los demócratas, probar las aguas de su poder de convocatoria en el estado. Nada aún se juega el presidente ahí: los republicanos de Nevada fueron los primeros en cancelar sus primarias y directamente darle su apoyo incondicional, sin dar oportunidad a que nadie le dispute el liderazgo.
Sin embargo, no ha sido un viaje fugaz, como los anteriores a Iowa y New Hampshire. Trump, a quien le fustiga viajar más allá de su resort en Florida, accedió quedarse toda la semana en la costa oeste con una condición: poder dormir todas las noches en el Trump Hotel que tiene en Las Vegas. Desde ahí viajó a los estados vecinos de Colorado, Arizona y California, donde ha combinado actos con mítines masivos.
Junto a Nevada, estos estados son complicados para la maquinaria Trump. En 2016, Hillary Clinton le derrotó en tres de los cuatro (sólo ganó Arizona por 3.7 puntos). Para la reelección, la victoria en estos territorios se prevé aún más difícil.
El entusiasmo demócrata se ha hecho notar en Nevada. En los días de sufragio adelantado, más de 75 mil personas acudieron a los centros de votación, una cifra muy significativa; en los caucus de 2016 participaron, en total, 84 mil. La única duda es si podría afectar en negativo que la previsión del tiempo anuncie lluvia para hoy. El aumento del interés tiene mucho que ver con los esfuerzos de organizaciones pro inmigrantes con la comunidad latina.
Es precisamente esta población el factor diferencial de la primera parada del proceso de primarias en un estado del oeste: la diversidad racial. El 30% de los habitantes de Nevada son latinos; además, 19% de los electores tienen origen hispano, principalmente mexicano.
El mayor deseo de los demócratas es que no se repita el ridículo de Iowa, estado que tardó una semana en dar resultados que no son definitivos, a la espera del recuento de decenas de colegios electorales.
Para evitarlo, el partido ha organizado decenas de entrenamientos para familiarizar a la mayor cantidad de gente posible con el funcionamiento del proceso y el programa informático que hará los recuentos. A pesar de eso, Tom Pérez, el presidente del Comité Nacional Demócrata, no quiso comprometerse a que hubiera resultados finales al terminar el día. “Rezamos para no convertirnos en Iowa. Creemos que hemos aprendido la lección”, dicen altos cargos del partido en el estado.
Los principales candidatos demócratas llenaron sus últimas horas de campaña con eventos por todo el estado: Pete Buttigieg y Tom Steyer saludaron a los comensales de un famoso restaurante de tamales; Bernie Sanders y Elizabeth Warren se dieron homenajes en eventos multitudinarios; Joe Biden prefirió un mitin más tradicional en un colegio y Amy Klobuchar apostó por visitar a votantes de áreas rurales.
Las encuestas todavía dan una ventaja decisiva y clara a Sanders (alrededor de 30%), conseguido especialmente por los latinos y los jóvenes.
Por detrás, los otros cinco candidatos que compiten (Buttigieg, Biden, Warren, Klobuchar, Steyer) compiten por el segundo puesto y, lo que es más importante, llegar a 15% de apoyo que les aseguraría recibir alguno de los 48 delegados en juego para la convención nacional.