“Nunca me habían abrazado tanto en mi vida. Debí haber venido a México desde hace mucho tiempo. Me hubiera ahorrado años de terapia. Es emocionalmente muy sano estar aquí”, le dijo Conan O’Brian a nuestro compañero Iván Castañeda, mientras lo perseguía por las calles del centro de la Ciudad de México, donde estaba conviviendo con la gente, grabando escenas para su programa y dejando muy clara su postura respecto a las fronteras y lo que ciertos personajes presidenciales pueden hacer con sus muros.
Para los amantes del género de comedia que Conan O’Brian maneja él es, sin la menor duda, el abanderado de una generación que se quedó perdida entre la de Jay Leno (quien le cedió su chamba en el Tonight Show y luego se la quitó de regreso), David Letterman y los ahora brillantes Jimmys (Fallon y Kimmel) y varios más.
Es muy curioso, porque para muchos de los que crecimos y amamos esa comedia, que nos aventamos los dramas y los libros (The Late Shift y su segunda parte) que narran la historia de la comedia nocturna estadunidense consideramos a Conan como un sobreviviente de las más truculentas y bajas acciones de un mundo corporativo que lidia con creativos muy divertidos y muy emocionales.
Y ahí sigue seis años después del drama en TBS a las 11 de la noche estable, sólido, con su enorme grupo de seguidores que se hacen llamar @TeamCoco.
Aunque siempre ha hecho grandes chistes, en ocasiones respecto a las personas en el poder, el humor de O’Brian no ha sido destacadamente político, como es el caso de otros grandes como Jon Stewart, Stephen Colbert y, el más acido (y pacheco) de todos, Bill Mahr.
Por eso se agradece que decida, ante las amenazas de Trump de que no se produzcan cosas que se consumirán en Estados Unido en México, que haya decido venir a hacer su programa “sin fronteras” aquí.
El mensaje está claro, “no están solos”.
Aunque Televisa está poniendo todos los fierros y apoyo técnico, el equipo que acompañaba a Conan en su paseo por la calle de Madero en el centro de la Ciudad de México era todo de su producción. Y aunque era difícil acercarse por la seguridad y, quizá, por el compromiso que tiene con la televisora, cuando nuestro compañero lo logró fue generoso y divertido. Y dejó muy claro el mensaje que hemos escuchado una y otra vez de esa mitad de un país vecino tan trágicamente dividido: “No todos pensamos ni actuamos como Donald Trump”.
Es cierto. No podemos olvidar que para el arranque en su serie de Netflix, incluso antes de las elecciones, pero ya a la mitad de la ráfaga de discursos ofensivos de Donald, Chelsea Handler también estuvo aquí. Y caminó por las calles con una piñata del ahora presidente de Estados Unidos la cual acabó siendo acribillada en un árbol.
Tristemente estos mensajes, estos actos solidarios, no cambian los hechos. Evidentemente el público de estos enormes comediantes no es el que votó por Trump. Y no podemos caer en el error de que ya es costumbre estos días, solo rodearnos de los personajes y las noticias que confirman lo que queremos saber e ignorar todo lo demás. Pero unas cuantas risas nunca están de más y Conan, Chelsea y quien sea que quiera venir… por favor, no dejen de hacerlo nunca.