#UnDíaSinNosotras: ¿se quedará México sin mujeres?

No salir. No comprar. No trabajar. No ir a clases. No consumir. Las consignas están claras, al menos para las convocantes, pero ¿se quedará México un día sin mujeres el próximo lunes?

Después de un año de cada vez más encendidas y numerosas protestas contra la violencia de género, la convocatoria a un paro general de mujeres el 9 de marzo, después de la jornada internacional de protestas, ha atrapado cada vez más interés, pero también ha generado debate sobre su utilización política -o no-, sobre la congruencia o incongruencia de que autoridades o jefes ‘autoricen’ a sus trabajadoras a faltar y sobre su utilidad.

Más allá de las colectivas feministas, de personajes públicos y de redes sociales, el debate está en las calles de casi todo México, aunque para algunas sea sólo tema de conversación y no una opción.

Marta Patricia Ramírez, ama de casa de 51 años, hará huelga y ya tiene organizadas pláticas con sus vecinas para hablar del acoso y el maltrato “porque una de ellas sabemos que lo está pasando mal”. Está ilusionada. “Los beneficios que nosotras tenemos han empezado así, por la idea de alguien”.

Jesica Solís, dentista, no abrirá su consultorio. Marta Pérez ya avisó a su esposo que no moverá un plato y su hija de 18, Pamela Galicia, ni se asomará a Facebook, donde el grupo ‘Un Día Sin Mujeres’, con más de 320 mil integrantes, ha servido estos días para debatir e informar, por ejemplo, de consecuencias laborales de faltar ese día al trabajo. El grupo deja claro que respeta todas las ideologías y que no está a favor ni en contra de ningún partido y, aclara, mucho menos odia a los hombres.

“El no salir a la calle el 9 de marzo es ‘simular’ lo que ocurriría si estamos muertas. Si, muertas por fuerte que se escuche”, dice uno de los comunicados.

Y sí, suena fuerte porque en 2019, 3 mil 825 mujeres fueron asesinadas solo por el hecho de serlo, según datos oficiales, un 7 por ciento más que el año anterior. Colectivos de mujeres de ideologías y posturas distintas coinciden en que no se trata solo de feminicidios: son las desapariciones, la brutalidad con la que los cuerpos son mutilados y exhibidos o tirados en bolsas de basura y la incapacidad de las autoridades para investigar, castigar y prevenir estos delitos.

“No queremos más simulación, queremos acción”, afirma María de la Luz Estrada, Coordinadora del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio. “Ya basta”.

Estrada espera unas 20 mil mujeres marchando el 8 de marzo solo en Ciudad de México. Y luego la huelga. “Vamos a hacer el paro por indignación, pero también por memoria y porque tenemos esperanza a que esto cambie”, afirmó. “Y no va a cambiar si nosotras no nos movemos”.

La iniciativa ya se ha celebrado en otros países, pero es la primera vez que se plantea seriamente en México. Argentina, que ya lo hizo en 2016, también tiene convocados paros para el lunes.

Grandes bancos, medios de comunicación e incluso la Confederación Patronal Mexicana (Coparmex), que reúne a 36.000 empresarios de todo el país, han lanzado llamamientos para unirse aunque Coparmex estima que el paro costará a la economía cientos de miles de dólares.

El presidente Andrés Manuel López Obrador, primero lo criticó y acusó a los “conservadores” de promoverlo pero luego invitó a todos los funcionarios federales, hombres incluidos, a sumarse garantizando que no habrá represalias.

Biani López-Antúnez, una trabajadora independiente, considera irónico que la Iglesia Católica y los colegios de los Legionarios de Cristo, donde dice que de niña fue abusada por un sacerdote, se unan al paro -varones incluidos- porque sin mujeres “no podemos mantener abiertas nuestras puertas”, dice una nota transmitida a sus alumnos.

Y hay empresas, como una de limpieza de un gran edificio de la capital, que dará el lunes libre a sus mujeres… y el sábado a los hombres.

Muchas maquilas seguirán funcionando y millones no podrán permitirse parar porque la comida de su familia de ese día o su empleo podría estar en juego. “Yo soy madre soltera con dos niñas a mi cargo y no puedo descansar”, explica Teresa Laguna, mientras limpia un trozo de res en la carnicería donde trabaja. “Pero ustedes, las que pueden, paren por nosotras”.

Las escuelas públicas se han unido conscientes de que no podrán funcionar sin las maestras mientras que en algunas de las privadas planean hacer clases informativas para los chicos o están “rentando” padres para algunas labores que generalmente hacían las nanas, como llevar a los hijos a la escuela. Los hospitales públicos ya anunciaron que no pararán.

Pero no todos son apoyos. “No me interesa la huelga, no va a cambiar nada, los hombres no cambian ni en años”, comenta María Isabel García, sin dejar de restregar el suelo de una alberca donde trabaja de limpiadora.

Yira Méndez, una doctora de 50 años, denuncia el “manejo político que le están dando” para ir a favor o en contra del Gobierno y duda que valga para algo. “Hay trabajar en el tema de otra forma, con educación”.

Y las hay todavía dudando. “No se está tomando de la manera correcta, no hay que pedir permiso al jefe, ellos deben de valorar lo que pasa si tú no vas”, explica la contadora Verónica Tebar.

“Algo ya se ha ganado, el impacto simbólico”, dice Verónica Cruz. “Pase lo que pase, me gusta la discusión, la población está sacando todo en lo que de verdad cree”.

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