Nicolás Durán de la Sierra
El Minotauro
Vargas Llosa y los tacos de suadero
Bien sabe el Escriba que acaso más de un lector cayó en penoso desánimo al hallar, la semana pasada, que en la galana revista Estos Días no se publicó El Minotauro. Los proclives al dolor auguraron que el Héroe había olvidado a los humanos y que los cantos de su saga habían concluido; los alegres, con mayor tino, creyeron que se trataba sólo de un mutis fugaz y que en breve reaparecería el Icono de Mediterráneo junto con su feliz trupé.
Debe explicarse que no es posible que el Héroe olvide a los humanos porque, primero, la mitad de su linaje deviene de tal especie y, segundo -acaso lo toral- porque la jubilosa carnalidad de Marilyn Calipigia no se pude dejar de lado, al igual que el muy humano erotismo de Ariadna. Esto además de que Teseo insiste en hacer alarde de la zafiedad que caracteriza a los más de los hombres, sin incluir a Peña Nieto, que se cuece aparte.
El fugaz mutis se debió a que El Escriba hubo de viajar a la Ciudad de México para ver si, como se dice, en ese gran país se está repitiendo el fenómeno griego -la quiebra por corrupción-, y si es verdad que en La Alameda capitalina existe el bronce ‘Ariadna Abandonada’, del escultor Fidencio Lucano, fechado en 1898, que fuera ordenado por Porfirio Díaz para las fiestas del centenario de la independía de esa nación.
En ambos casos la respuesta al Señor del Egeo fue igual: sí, la economía mexicana va por la misma ruta que la griega; y sí, un bello bronce de Ariadna desnuda adorna la plaza capitalina y de remate, no es el único desnudo. ¿Cómo se dio tal osadía? -Pues mire usté, pa’mi que hay tantas ratas en Atenas como en México, proporciones guardadas, con el añadido de que allá, además, los trai en chinga el narco”, aclara El Escriba.
Nótese que el enviado del Héroe, apenas con unos días en la capital mexicana, utiliza modismos del lugar, pero sin llegar a germanías como “carnal” o “chido”, voces oídas en El Torero, templo a Baco frente al Palacio Nacional. Sigue sin entender la frase “chin su’má y su repiú”, aunque sospecha que se trata de una ofensa por la contestación: “la turca, güey, que la mía sí se baña”. Sospecha también que a él, el Héroe lo trai en chinga.
Mas dejemos tales cuestiones lingüísticas, para saber dónde nació la inquietud del Gran Astado por enterarse de los vaivenes de las finanzas mexicanas. Fácil: tiene en sus nobles manos el número 32 de la Gaceta del Pensamiento, en la que el docto Juan Carlos Arriaga escribió ‘La derrota de Atenas’, un artículo que alude a las similitudes entre las dos economías, aunque la crisis del país europeo esté más adelantada… Por ahora.
Al fatuo gobierno de Peña Nieto que decía que iba a ‘Mover a México’ no sólo ninguna de sus disque reformas le ha cuajado, sino que en lo económico y lo moral, el país va marcha atrás. En lo moral porque nunca como ahora había sido tan evidente la podredumbre oficial. Esto no implica que los gobiernos pasados hayan sido limpios, no, sino que se trataba de depredadores que se esmeraban en ocultar sus rapiñas.
Como ejemplo de esta corrupción, recién nos enteramos de los trafiques entre los capos de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad con ejecutivos de la constructora española OHL, acusada de inflar en un doscientos por ciento los costos del Viaducto Bicentenario en el Estado de México cuando Peña Nieto fuera gobernador, por no hablar de la ‘casa blanca’ disque de Angélica Rivera (a) La Gaviota.
Este gobierno, cual lo hiciera el griego en su momento, para paliar el déficit público, que encara tanto la deuda externa como la interna –en México, la generada por los gobiernos estatales es de 572 mil millones de pesos- ha comenzado a servirse de los fondos para el retiro, las pensiones y desde luego, de los dineros del Sector Salud, lo que explica la cada vez mayor demora en la entrega de medicamentos en los hospitales comunitarios.
Claro está, este es un abuso grave porque atenta contra la salud popular. Empero, esto no inquieta a los señorones que del dinero público han hecho su fortuna y, en los más de los casos, hasta la de su progenie. Si gozan de costosos seguros médicos pagados con el erario, resultaría impropio que se preocupasen por la falta de insulina para los diabéticos, o por los fármacos que precisan los casi menesterosos del IMSS o del ISSSTE.
Pero volvamos a la nueva edición de la Gaceta, la que, como de costumbre, ha cautivado al Señor de Creta. En el editorial de ésta se anota que, no obstante, la gesta de hombres forjadores de naciones, con aciertos y yerros, abona el campo donde puede gestarse el renacimiento. Benito Juárez, en un texto de Pedro Flota Alcocer, y Porfirio Díaz Mori, en un artículo de Manuel Aguilar Ortega, dan cuenta de lo recio de las mexicanas raíces.
Pareciera, a primera vista, que son visiones contrapuestas y hasta antitéticas en la manipulada historia oficial. Empero el uno, entre guerras civiles y contra fuerzas extranjeras, en un carruaje, preservó la idea de Nación, en tanto que el otro, liberal de la misma cepa y casi compañeros de armas, la acrisola y le da dimensión real. Sin cualquiera de ellos, el México de hoy no existiría. Sus historias van entreveradas.
Asimismo, un país que alienta las artes y el pensamiento es un país con futuro y en esta edición de la revista se da fe de ello con la obra de Alfredo Lanz, Maestro Escultor de la Generalitat de Catalunya, vecino de Puerto Morelos y con las fotografías de Rubén Valverde y, en la poesía, con Félix Justiniano. Por las narrativa van las oníricas viñetas de Macarena Huicochea y un cuento del argentino Federico Luis Bollecich.
Ya en zona de las finas letras, se publica una entrevista con Agustín Ramos quien charla con Yesid Contreras sobre su nueva novela Justicia mayor y del boom de la literatura regional. Para abundar en el tema, el maestro Juan José Morales resalta la importancia de los sitios sagrados de los pueblos ancestrales y su conservación, como en un llamado en pro del derecho de los wixaritari -mal llamados huicholes- de conservar su tierra.
La protesta lírica, signo de nuestros días para algunos, ha caminado por Europa desde hace casi mil años y de ello da nota Francisco Pinzón en singular guía musical que remata con Cármina Burana. En la edición aparecen también caricaturas de Jorge Henríquez, de El Salvador, quien da colofón a la revista y, para abrir boca, una semblanza de Juan Felipe Herrera, chicano premiado como Poeta del Congreso de Estados Unidos.
Por cierto, hablando de revistas, en el número más reciente de Hola, España, aparece una declaración de la socialité Isabel Preysler en torno a su noviazgo con Mario Vargas Llosa que llama la atención por lo plebeya: “Nunca he roto ningún hogar; el suyo estaba roto desde antes”. Este par de frases obliga a la columna a desentenderse del affaire: son de una vulgaridad que da grima, de una ordinarez que asusta.
La Preysler, conocida también como “la china”, aunque sea filipina, está a punto de ser emula de Gloria de los Ángeles Treviño Ruiz, o Gloria Trevi, en lo que toca al olor a establo. De seguir así, pronto la modelo de Ferrero Rocher acabara cantando ‘Qué bueno que no fui Lady Dí’, la que en sus estrofas dice: “con lo que me gusta comer a mis anchas, /tacos de suadero y chuparme los dedos/ ¡qué bueno que no fui Lady Dí!
La socialité, bien pudiera haber dicho: “tras pasear por los Champs Élysées, recordé que hacía tiempo que no rompía hogar alguno y me dije: la picara de mi amiga Patricia Llosa merece que la aliviane de su carga conyugal y voilá” o acaso: “Que me perdone Patricia, pero el Champagne me vuelve loca y Mario me divierte tanto con sus ideas políticas de socialista de derechas… ¡Se lo devuelvo cuando quiera y tan amigas como siempre!”
Pero no, tenía que salir con su vulgar “no he roto ningún hogar…” Por ello es que, salvo que alguno de los dos acuñe una frase digna de mármol eterno; el escritor dedique alguna novela rijosa a la socialité, pero rijosa en serio, no tan lene como La orgia perpetua; o ella seduzca otro literato indiano para variar el menú; salvo por estos casos, el affaire Vargas Llosa-Preysler queda en suspenso. Dictum est.
Como habrá notado el lector, el título de la columna apenas tiene que ver con su contenido, pero sucede que el encabezado es tan llamativo que no se puede desperdiciar. Además es muy posible que el peruano guste del manjar mexicano, sobre todo si se adoba con salsa picante, cebolla y perejil picado y rodajas de rábano fresco. El colmo de la dicha se alcanza si los tacos van acompañados con un ‘Jarritos’ de tamarindo, gran refresco.
De seguro el lector avispado se preguntará qué noticia hay del bronce de Ariadna desnuda que está en la Alameda de la capital mexicana, y qué del otro bronce donde también se le ve en cueros. Todo se sabrá en la siguiente entrega, pero va de adelanto un detalle: la pieza se llama Aprés l´Orgie o Después de la Orgía, y se encuentra en Museo Nacional de Arte de México. ¿Cómo llegaron a México las voluptuosidades de Ariadna?