En Estados Unidos, los neurocientíficos Patrick Fagan y Brendan Walker se han dado recientemente a la tarea de experimentar con el cerebro humano cuando observa películas en 3D y, gracias a su curiosidad, descubrieron algo que la verdad no esperaba.
Como buenos científicos, Fagan y Walker recopilaron datos de las lecturas en tiempo real que provenían de las personas mientras veían una película en 3D. A partir de los resultados se dieron cuenta de que esta experiencia aumenta las funciones cognitivas del cerebro y en algunos casos duplica los niveles de actividad cerebral en ciertos individuos.
Lamentablemente, el incremento en la actividad cerebral es temporal, lo que significa que poco tiempo después de remover la estimulación (en este caso la película en 3D), los niveles regresan a la normalidad.
En otras palabras, ver una película en 3D es muy parecido a ingerir una bebida energizante. Según la investigación de Fagan y Walker, cuando el cerebro se encuentra en dicho estado es más fácil que recolecte información. En el caso estudiado, la audiencia aumentó sus habilidades cognitivas 23%, mientras que el grupo que vio las películas en 2D sólo aumentó 11%.
Aunque aún es difícil aplicar esta información a nuestra vida diaria, pagar por una película en 3D realmente vale la pena, pues el nivel de emoción que se experimenta durante la función es mayor al de una proyección sin esta tecnología.