El América salió con una sonrisa del Estadio Chivas, tal como lo hizo en sus anteriores cuatro visitas. Venció 2-1 al Rebaño en un partido espectacular de punta a punta, con grandes jugadas, sin concesiones y cargado de polémica. Le sienta bien, como presumieron Raúl Jiménez y Diego Reyes desde Europa.
Fue un clásico sin medias tintas, a matar o morir, que fue aderezado por una pobre actuación del árbitro Fernando Guerrero. El nazareno, que repitió como juez central en el clásico, se equivocó nuevamente, aunque ahora fue al plantel rojiblanco al que afectó. Dos errores importantes de apreciación encaminaron el partido.
La primera decisión controversial se dio en el minuto 15, cuando anuló de manera incorrecta una anotación a Isaac Brizuela por fuera de lugar. En realidad el americanista Daniel Guerrero fue el que asistió al Conejito, pero Guerrero consideró que Omar Bravo fue el que tocó el cuero.
La segunda se dio ya en los últimos compases de la primera parte, en una jugada vertiginosa en la que Omar Bravo recibió un claro empujón de parte de Osmar Mares. El ariete fue desequilibrado claramente sin que hubiera castigo. Y en la complementaria fue otro partido: no más polémicas y ahora sí goles de ambos lados que hicieron se viviera uno de los clásicos más ricos en los recientes años.
Carlos Darwin Quintero puso el 1-0 en el minuto 49 y Oribe Peralta aumentó la cosecha en el 60’ con un testarazo, tras una gran jugada en la que Rubens Sambueza se sacudió su marca.
Un minuto después Carlos Cisneros fue expulsado y hasta ahí parecía que el encuentro estaba encaminado. Pero esta vez el Rebaño no renunció a su historia para complicarle a las Águilas la noche.
La roja de Goltz lo animó a buscar una reacción, marcó el 2-1 vía Gullit Peña, en el minuto 73, e insistió en la búsqueda de la igualada, aunque no pudo. Le faltó gas para cerrar lo que fue un gran partido.
Agencias