Pareciera que este proceso electoral para que los ciudadanos decidamos quién debe gobernarnos en Quintana Roo, y en cada distrito quién debe representarnos en la próxima Legislatura, está plagado de quejas en todos los sentidos.
Unos acusan inequidad en la contienda porque el árbitro está cargado hacia un solo lado y no garantiza que los demás cumplan con su labor democrática; otros se quejan de los que tienen el gobierno en sus manos, no les permiten hacer proselitismo como debe ser y hasta les bajan su propaganda publicitaria; unos más, de los ataques exhibiendo sus corruptelas y su nefasta forma de gobernar cuando estuvieron en un cargo de elección popular.
Los enemigos políticos, ahora son aliados, y los que criticaban tanto a tal o cual funcionario, ahora hasta van juntas y juntos en el proyecto en búsqueda de la gubernatura o de una diputación, trabajan mejor que el crimen organizado.
O sea, la llamada clase política está bien blindada, siempre se pondrán de acuerdo para buscar alcanzar su objetivo, independientemente de las ideologías partidistas, hacen alianzas extrañas y ventajosas, lógicamente, para seguir viviendo del presupuesto, ellas y ellos son los victimarios de una sociedad que últimamente solo se sienta en las gradas a ver la carnicería que trae esta llamada “clase política”.
Las víctimas lógicamente es el electorado, que por un puñado de monedas vende su voto o si credencial de elector, por la precaria situación en la que están, debido a la pobreza provocada por estos mismos gobernantes, que hoy buscan un hueso más; porque no es para servir, sino para servirse, porque no es para que el pueblo sea representado, sino para sentirse superior al pueblo que dicen atender.
Corresponde pues a nuestro buen criterio elegir bien a quien nos gobernará los próximos cinco años en Quintana Roo, y otra vez, por nuestra apatía de no participar en política (error craso), tendremos que votar por el o la “menos peor”; amén de pagar las consecuencias de un gobierno que promete, pero no cumple; de un gobierno que simula ser honesto, pero roba “legalmente”; un gobierno que nos traiciona y miente. Ahí se las dejo…
SASCAB
Aunque le estaban esperando desde septiembre pasado, el diputado federal Juan Carrillo Soberanis, regresó ayer a Cozumel, pero no para atender los asuntos de los cozumeleños, sino para acudir a la fiesta de “El Cedral”.
En una entrevista cuando buscaba el voto, aseguró a los cozumeleños que de ganar, que así fue, estaría en Cozumel el 7 de junio (2021), pero no llegó. No ha puesto su casa de gestión como les prometió.
Es más, no regresó ni para levantar su propaganda, se olvidó por completo de su Distrito, y qué decir de sus asistentes, nunca atienden a las y los ciudadanos. Un fracaso este diputado federal que ahora le dicen “fiestero”.