Ramón Xirau cumple 92 años. “Sigo escribiendo”, dice el filósofo y poeta. Versos en catalán, su lengua materna, aunque cada vez más en castellano: “La poesía es un vicio”.
Un bombardeo fue la primera imagen que registró en un poema. Águilas de acero cayendo sobre su presa. “Vinieron por la mañana/ y trajeron muerte y crimen”, recita.
Xirau llegó a México a los 15 años, desde Nueva York, en un autobús Greyhound, junto con sus padres, escapaban de la Guerra Civil. “Obama es un gran Presidente. Trump es horrible, un americano cerrado”.
Además de dictar sus memorias, de vez en cuando toca la armónica. Y sigue atento los sucesos del mundo. “Me parece que hay un gran desorden, y que matan a mucha gente por todas partes”, lamenta.
Su esposa desde hace más de 65 años, Ana María Icaza, recuerda cuando lo conoció: “Lo vi y me gustó”. Evoca su cercanía con Octavio Paz, Juan Rulfo, Alfonso Reyes, y se ensombrece al hablar de su único hijo, fallecido en un accidente a los 26 años, en cuya memoria instituyeron el Premio Joaquín Xirau Icaza, de economía y poesía.
Hoy acudirán a la mesa familiar, para celebrar al poeta una decena de amigos cercanos: Mario Lavista, Teodoro González de León, Carlos Prieto…
Xirau ha decidido donar su biblioteca al Colmex, la antigua Casa de España, que acogió a su padre, el filósofo Joaquín Xirau. De su ciudad natal, Barcelona, recuerda la belleza de la Iglesia de Santa María del Mar, el baile de la sardana, el Mediterráneo.
“Me gustaría volver algún día”. Es complicado, por la edad y la diabetes que lo aqueja. Pero ríe sólo de imaginarlo: “Acabar refugiado en España”.
Agencias