Cuando Jesús Murillo Karam expresó fastidio, hartazgo del acoso social, de la exigencia de resultados urgentes en la investigación de la matanza de estudiantes en Guerrero, significó su separación como procurador general de la República y también su jubilación.
“¡Ya me cansé!”, dijo en medio de una lluvia de preguntas.
Nadie en el servicio público puede manifestar cansancio de nada y tampoco se puede pretender disfrutar solo las mieles del poder. También hay que probar la amargura de la hiel, los sinsabores.
En el servicio público no se puede escoger qué responsabilidad se asume y cuál se desecha. Ciertamente hay niveles de competencia, pero ninguno queda fuera de nada y menos en la atención de los problemas de seguridad.
Se puede y debe exigir una mayor participación de quienes tengan mejores recursos financieros y de equipo, pero no desentenderse de ninguna responsabilidad.
El ayuntamiento, las y los presidentes municipales son la instancia de gobierno más cercana a la sociedad,
es a la primera que se recurre y debe tener respuestas.
En la atención de los problemas de seguridad de Cancún nadie debe desmarcarse. Ni siquiera la sociedad, como lo expresó el gobernador Carlos Joaquín González al pedir su participación denunciando y siendo también vigilante de su entorno.
Pero la participación de la sociedad no debe ser para generar más ruido o para politizar, como lo hicieron los líderes empresariales en su conferencia de prensa del miércoles.
Ellos pidieron la renuncia de los secretarios de Gobierno y de Seguridad Pública, Francisco López Mena y Rodolfo del Angel Campos, ambos funcionarios de todas las confianzas del Gobernador.
Es cierto que hay muchas cosas que mejorar, pero ninguna renuncia solucionará de la noche a la mañana nada y menos un problema encubado desde hace décadas y que ha ido creciendo.
Le estalla a los gobernantes actuales, que recibieron policías desmanteladas, pero el problema se encubó y desatendió en el pasado.
En 1993, cuando en Cancún solo funcionaba una agencia del ministerio público federal, un funcionario de la PGR de esa época, pronosticó que tarde o temprano la delegación de esa dependencia pasaría de Chetumal a este destino turístico, porque aumentarían los problemas de drogas.
Su pronóstico se cumplió hace varios años.
Ahora se tiene un problema de grandes proporciones y evidentemente hay autoridades que no saben cómo actuar.
Lo mejor es que se rodeen de quienes sí sepan qué hacer y no caigan en la desesperación.
Que no se les vaya a ocurrir decir “Ya me cansé”.
Platea
El momento actual de Cancún merece acciones coordinadas e inmediatas para controlar los problemas de seguridad.
Pero al mismo tiempo se tiene que trabajar en la planeación y desarrollo de estrategias a largo plazo que permitan reducir a su mínima expresión los hechos ligados al crimen organizado.
No se trata solamente de contener.
Luneta
Varios diputados locales actúan como si se hubieran sacado la lotería, pero también parece que están consciente de que no tienen futuro político y por eso tratan de sacar provecho económico de su actual posición. No es lo que ofrecieron.
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